Los dos
primeros cuadros que hoy os quiero mostrar fueron creados por la misma persona y entre la creación
de uno y otro, aunque a primera vista puede parecer mucho más, pasaron
únicamente diez años. Entre medias, por supuesto, hubo otros muchos, que los
entendidos catalogan en distintas etapas: la etapa rosa, la azul... etapas que
culminaron en 1907, año en el que pinta Las señoritas de Avignon, el segundo de los
lienzos que hemos elegido. Una obra que se suele tomar como punto
de partida de uno de los movimientos artísticos más importantes del s. XX,
la primera de las vanguardias históricas, la que rompe definitivamente con la manera de hacer
tradicional en la pintura desde el Renacimiento.
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Pablo Picasso, Las señoritas de Avignon, 1907 |
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Pablo Picasso, Ciencia y caridad, 1897. |
FOTOGRAFIA CAMBIA EL RUMBO DE LA PINTURA
La
primera pregunta que a mí se me pasa por la cabeza cuando veo esos dos cuadros
es muy sencilla, ¿qué hace que un pintor con unas destrezas técnicas
perfectamente adquiridas para hacer fieles copias de la realidad, como
demuestra la primera obra que hemos visto, cambie radicalmente su manera
de pintar? Pues seguro que muchas cosas, pero una que tuvo una importancia
fundamental fue la fotografía. Sí, sí las fotos.
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Añadir leyendaGiroux Daguerréotype, una de las primeras cámaras fotográficas
producidas comercialmente, fue fabricada en París en 1839
La
fotografía hizo que se transformase una de las funciones principales de la
pintura: representar la realidad de manera “fiel”. Picasso y otros muchos pintores de principios del s. XX se
van a dar cuenta que la fotografía ofrece algo que hasta entonces había
añorado la pintura. Tanto el retrato como el paisaje pueden ser representados
de forma
fidedigna y sin
perder detalle por el fotógrafo. Por tanto, para ellos no tiene
sentido que la pintura siga intentando ser una captación realista de la
naturaleza sino que debe
adaptarse para intentar representar aquello que la fotografía no puede alcanzar.
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El autocromo creado por Louis Lumière puso
la fotografía a color al acceso de todos los fotógrafos, precisamente
1907 fue el años de su comercialización.
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Picasso no es que no supiera hacer señoras
guapísimas, sabía hacerlo muy bien, sino que sus intereses se movían hacia
otras zonas de la imagen. Lo que él quería era mostrarnos a través de la
pintura otras realidades. ¿Cómo logralo?
Pues si os parece, la mejor manera que tenemos
de descubrirlo, para luego llevarlo a la práctica, es ad-mirando cuadros.
DESAPARECE EL FONDO DEL CUADRO LA TERCERA
DIMENSION
Cuando vemos un cuadro Renacentista o Barroco
podemos hablar de las tres dimensiones que tiene ese soporte: el
ancho del cuadro, el alto del cuadro y la profundidad. Esta última dimensión es la que nos hace percibir las
cosas en diferentes planos, en diferente grado de cercanía o lejanía en función
de la importancia que el pintor le haya querido conceder. En definitiva estamos
hablando de esa perspectiva que tantas vueltas ha dado en la
historia de la pintura y que tan complicado de pintar es para cualquier niño.
Una de las primeras cosas que llama la atención cuando uno mira un cuadro cubista, es que no se puede diferenciar lo que está en el fondo de lo que es primer plano porque precisamente lo que hacen los cubista es anular la tercera dimensión, adelantando el fondo para generar una dimensión plana, donde todo se agolpa en un primer plano, con el mismo valor perceptivo.
En los cuadros cubistas desaparece la perspectiva tradicional en la búsqueda de una perspectiva múltiple.Para entender qué es esto vamos a mirar al siguiente cuadro.
¿DEFERENTE O DE PERFIL?
El Cuadro que os presentamos a continuación es un retrato pintado por Picasso en 1927 y es perfecto para hablaros de esa perspectiva múltiple a la que hacía mención. Aunque antes de decir yo nada, me gustaría que contestásemos a la siguiente pregunta: ¿la señora está mirándonos de frente o de perfil? Seguro que en estos momentos hay respuestas para todos los gustos, porque dependiendo del ojo que decidáis elegir, lo hará para un lado o para el otro.
¿Cómo hace esto? Pues sencillo, pero de manera absolutamente rompedora para su época. Imaginaos cualquier cuadro del s. XVI o cualquier fotografía, lo que allí se nos ofrece es un momento, un instante de la realidad plasmado desde un único punto de vista. La Gioconda nos mira fijamente y todo el cuadro pertenece a ese momento, a ese segundo, en el que ella nos está mirando. Sus ojos, su boca, su nariz han sido pintadas en esa posición en la que nos mira.
Pues bien, los cubistas deciden que en un mismo cuadro nos quieren ofrecer varios puntos de vista: la señora mirándonos de frente, la señora de perfil, la señora mirando hacia arriba… Eso, que en una secuencia temporal, no puede suceder de una manera simultánea, van a ser capaces de plasmarlo en una misma imagen. ¿Cómo? Descomponiendo la figura. En sus cuadros, en ese afán de multiplicar los puntos de vista desde los que nos presenta la imagen veremos los ojos colocados en diferentes posiciones. En el retrato de 1927 un ojo pertenecería al momento en que la señora mira de frente, el otro representaría su perfil, e incluso los diferentes tonos de la piel serían diferentes tonos de luz señalando con ello a otros puntos de vista y a otros distintos tiempos.
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