Los dibujos de un niño son mucho más que trazos sobre el papel; son la
expresión de su desarrollo y su forma de entender el mundo. El dibujo
nos da una visión bastante amplia no solamente de sus sentimientos o
emociones, sino también de su desarrollo social, sus capacidades intelectuales,
su desarrollo físico, sus destrezas...
Dibujar para un niño es mucho más que una actividad lúdica, es
una forma de encontrar nuevas relaciones con el entorno y de elaborar
conceptos que expresará en su actividad plástica. Según adquiera mayor
control sobre sus trazos, ampliará las posibilidades expresivas de sus
medios para dar una nueva forma a sus significados. El dibujo entonces
va más allá de la intención de copiar la forma de las cosas. Siempre es
una reelaboración, una representación de la realidad que no tiene por
qué guardar una semejanza formal con lo que simboliza.
Dentro del campo plástico, el adulto busca siempre un resultado, lo
que le lleva por lo general a ser muy crítico con los aspectos técnicos
del arte. Esto nos puede hacer caer en el error de pensar que la poca
definición formal de los dibujos de los niños es consecuencia de su
falta de maduración motriz o cognitiva, pero el hecho de que sus dibujos
no se asemejen a la realidad representada a ojos de un adulto no
Capítulo 11. El dibujo infantil: evolución y desarrollo del lenguaje gráfico en Educación Infantil 239
Algunas construcciones serán más comunes, como la inscripción de
un aspa o una cruz en un cuadrado o patrones de repetición de triángulos,
cuadrados y círculos.
Los agregados, desde un punto de vista evolutivo, tienen mucha importancia. En primer lugar porque son la manifestación de un orden visual primario, son formas organizadas que mantienen un equilibrio. Además, el hecho de sumar formas controladas de una manera planificada evidenciará una nueva forma de pensamiento y una estructuración espacial que serán la base para construir sus primeras representaciones. De esta manera, como hemos comentado anteriormente, en los ejemplos de los dibujos, podemos ver cómo los agregados responden a ensayos de perfeccionamiento de las figuras (figs. 11.16 y 11.17), mientras que en el siguiente (fig. 11.18) se pone al servicio de una representación, sumando los rectángulos y triángulos de una manera estructurada y planificada para comunicar un esquema de edificio.
La constante investigación de relaciones espaciales entre los diagramas se estabiliza en las configuraciones, donde el sentido de esquema generativo le permitirá crear composiciones regulares. En ellas, la repetición de un mismo gráfico como el cuadrado, el círculo o la línea se organizará de una manera más amplia. Serán módulos de un dibujo más complejo. Los ejemplos más comunes son los mandalas, soles y radiales.
Resultan de añadir a una circunferencia líneas excéntricas dando como resultado una figura parecida a un sol. A pesar de lo que puede sugerir, esta composición no es una copia de la representación del sol de un adulto, sino un proceso natural de evolución del análisis de la estructura de los trazos que el niño descubre en sus ensayos constantes. La usará como base para representar por ejemplo el sol, las flores, las manos o el pelo en sus primeros dibujos de la figura humana.
Los construye a partir de varias formas convergentes a un mismo centro. Es una configuración que puede ocupar todo el espacio representado. La generación de esta estructura servirá al niño posteriormente en la representación de las estrellas, los brazos y piernas de las primeras figuras humanas o el pelo.
Desde los tres años y medio de edad hasta los cuatro, hay un salto cualitativo importantísimo en el desarrollo plástico. Ahora relacionan sus dibujos con elementos de su entorno y les ponen nombre. Surge la intención representativa, conformada por la imaginación del niño, y por lo tanto la base para la invención (Eisner, 2004). Es el origen de la actividad plástica entendida como forma de comunicación. Hay un cambio radical en la forma de pensar el dibujo, desde un pensamiento cenestésico, basado en el movimiento, a un pensamiento visual, basado en la representación. Los dibujos son ahora sus propias ideas sobre personas u objetos de su entorno. Como comentan Lowenfeld y Brittain (2008), «el espacio comprendido por las líneas empieza a tener un significado, lo que ha sido espacio vacío puede entenderse ahora como sustancia simbolizadora»
En ocasiones el niño habla mientras dibuja. Es una comunicación consigo mismo, no intenta explicar el dibujo a una segunda persona. Narra lo que está haciendo, guiándose a sí mismo en el desarrollo de su obra o describiendo el significado de sus formas.
Al haber descubierto la representación, surge también la función comunicativa y expresiva de sus composiciones. Por eso es la época en la que el niño enseña sus dibujos constantemente queriendo comunicarnos el significado de sus nuevas creaciones. El resultado plástico de los dibujos sigue siendo igual al de los garabatos controlados y no se asemeja en absoluto a lo que se pretende representar. Cuando el niño muestra su dibujo, lo que dice que es no es reconocible, no guarda ninguna relación formal a ojos de un adulto. A pesar de esto, desde la perspectiva del niño esas líneas ya dicen algo, representan, tienen significado. No debe confundirse esta actividad con la abstracción. No nos están mostrando dibujos abstractos. La abstracción requiere de un desarrollo cognitivo que permita formas de pensamiento para un proceso representativo complejo. En cambio, más acordes con la realidad, debemos entender lo que los niños nos muestran: son dibujos con un nombre, representados mediante trazos controlados, que todavía no se reconoce lo que representan. La actitud del adulto en este momento hacia la actividad plástica del niño debe ser la motivación, respetando la interpretación que el autor
Los agregados, desde un punto de vista evolutivo, tienen mucha importancia. En primer lugar porque son la manifestación de un orden visual primario, son formas organizadas que mantienen un equilibrio. Además, el hecho de sumar formas controladas de una manera planificada evidenciará una nueva forma de pensamiento y una estructuración espacial que serán la base para construir sus primeras representaciones. De esta manera, como hemos comentado anteriormente, en los ejemplos de los dibujos, podemos ver cómo los agregados responden a ensayos de perfeccionamiento de las figuras (figs. 11.16 y 11.17), mientras que en el siguiente (fig. 11.18) se pone al servicio de una representación, sumando los rectángulos y triángulos de una manera estructurada y planificada para comunicar un esquema de edificio.
La constante investigación de relaciones espaciales entre los diagramas se estabiliza en las configuraciones, donde el sentido de esquema generativo le permitirá crear composiciones regulares. En ellas, la repetición de un mismo gráfico como el cuadrado, el círculo o la línea se organizará de una manera más amplia. Serán módulos de un dibujo más complejo. Los ejemplos más comunes son los mandalas, soles y radiales.
Resultan de añadir a una circunferencia líneas excéntricas dando como resultado una figura parecida a un sol. A pesar de lo que puede sugerir, esta composición no es una copia de la representación del sol de un adulto, sino un proceso natural de evolución del análisis de la estructura de los trazos que el niño descubre en sus ensayos constantes. La usará como base para representar por ejemplo el sol, las flores, las manos o el pelo en sus primeros dibujos de la figura humana.
Los construye a partir de varias formas convergentes a un mismo centro. Es una configuración que puede ocupar todo el espacio representado. La generación de esta estructura servirá al niño posteriormente en la representación de las estrellas, los brazos y piernas de las primeras figuras humanas o el pelo.
Desde los tres años y medio de edad hasta los cuatro, hay un salto cualitativo importantísimo en el desarrollo plástico. Ahora relacionan sus dibujos con elementos de su entorno y les ponen nombre. Surge la intención representativa, conformada por la imaginación del niño, y por lo tanto la base para la invención (Eisner, 2004). Es el origen de la actividad plástica entendida como forma de comunicación. Hay un cambio radical en la forma de pensar el dibujo, desde un pensamiento cenestésico, basado en el movimiento, a un pensamiento visual, basado en la representación. Los dibujos son ahora sus propias ideas sobre personas u objetos de su entorno. Como comentan Lowenfeld y Brittain (2008), «el espacio comprendido por las líneas empieza a tener un significado, lo que ha sido espacio vacío puede entenderse ahora como sustancia simbolizadora»
En ocasiones el niño habla mientras dibuja. Es una comunicación consigo mismo, no intenta explicar el dibujo a una segunda persona. Narra lo que está haciendo, guiándose a sí mismo en el desarrollo de su obra o describiendo el significado de sus formas.
Al haber descubierto la representación, surge también la función comunicativa y expresiva de sus composiciones. Por eso es la época en la que el niño enseña sus dibujos constantemente queriendo comunicarnos el significado de sus nuevas creaciones. El resultado plástico de los dibujos sigue siendo igual al de los garabatos controlados y no se asemeja en absoluto a lo que se pretende representar. Cuando el niño muestra su dibujo, lo que dice que es no es reconocible, no guarda ninguna relación formal a ojos de un adulto. A pesar de esto, desde la perspectiva del niño esas líneas ya dicen algo, representan, tienen significado. No debe confundirse esta actividad con la abstracción. No nos están mostrando dibujos abstractos. La abstracción requiere de un desarrollo cognitivo que permita formas de pensamiento para un proceso representativo complejo. En cambio, más acordes con la realidad, debemos entender lo que los niños nos muestran: son dibujos con un nombre, representados mediante trazos controlados, que todavía no se reconoce lo que representan. La actitud del adulto en este momento hacia la actividad plástica del niño debe ser la motivación, respetando la interpretación que el autor
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