Desde sus textos adolescentes hasta sus escritos
octogenarios, Octavio Paz reflexionó insistentemente sobre la vocación, el
fenómeno y el oficio de la poesía. No es extraño que sus libros de poética constituyan
el conjunto de ideas más significativo del siglo XX en
torno al tema, pues no se limitan al análisis técnico o a la enumeración de
corrientes y autores sino que, a través de la poesía, Paz analiza la naturaleza
del lenguaje, la función del arte para la condición humana y las
características de la época moderna. Los signos en rotación es
una aguda pieza publicada individualmente en 1965, en la editorial Sur,
mediante la cual Paz culmina una primera gran etapa de su reflexión en torno a
la poesía. Este ensayo, de poco más de treinta páginas, se agregó como epílogo
a la primera edición en francés de El arco y la lira y a la
segunda edición en español de este mismo libro. Con Los signos en
rotación, Paz depura y fortalece su recuento de la tradición, complementa
sus conceptos e introduce un enfoque netamente moderno. El Colegio Nacional,
conmemorando el cincuentenario del ingreso de Paz a esta institución, publica
este ensayo y lo reúne con otro texto germinal, “Poesía de soledad y poesía de
comunión”, que el joven Paz publicó en 1943 y que es su primer ensayo en forma
sobre el fenómeno poético. Con una esclarecedora presentación de Malva Flores
sobre la génesis y circunstancia de los textos recopilados y un esmerado
trabajo editorial, el libro conforma una introducción, llena de claves
históricas y biográficas, a la poética de Paz. El libro también constituye una
recuperación de la conversación de Paz con algunos de sus lectores más atentos
y dilectos con la incorporación de textos críticos de Tomás Segovia, Jorge
Gaitán Durán, Ramón Xirau, Emir Rodríguez Monegal y Adolfo Castañón, entre
otros. Este diálogo, no siempre aquiescente con el poeta, revela la manera en
que su poética heterodoxa incitó, deslumbró y reveló a sus contemporáneos.
Ya en “Poesía de soledad y poesía de comunión”, que
publicó a los veintinueve años, Paz aventura una teoría general de la poesía y
de su relación con la historia. Para Paz, la poesía, al igual que la religión,
se caracteriza por la búsqueda del infinito y la comunión, pero mientras la
religión inmoviliza a las sociedades, la poesía agita y provoca. De ahí el
miedo de los conservadurismos políticos y sociales ante esta fuerza subversiva
y desbocada. Este texto, vehemente y combativo, contiene muchas de las
intuiciones que Paz desarrollará ulteriormente en la primera edición de su
libro de poética, El arco y la lira, publicado en 1956. Con todo,
el pensamiento poético de Paz era móvil e inconformista y, en la década que
transcurre entre la primera y la segunda edición de su libro, el autor viaja,
profundiza en sus fuentes y asimila las nuevas ideas y circunstancias. Todo
esto se resume en Los signos en rotación, que es un ensayo donde
confluyen, con matices distintivos, la múltiples temáticas en torno a la poesía
que desvelaban a Paz: la perenne tensión entre la historia y la poesía, la
afinidad del movimiento poético moderno con la idea de revolución, el ideal de
una sociedad en donde la poesía se haga en la práctica, el fracaso del binomio
poesía-revolución, la crítica y reivindicación del marxismo y la necesidad de
que una nueva tradición crítica incorpore la experiencia poética y libertaria,
el diagnóstico de una pérdida de imagen unitaria del mundo y de la hegemonía de
la técnica, la abstracción de la poesía de la vida social más amplia y de la
significación convencional y la necesidad perentoria de que, pese a todo, la
poesía conserve la voz humana y la búsqueda de sentido. Con este sintético pero
ambicioso ensayo Paz vuelve a moldear su poética y armoniza fuentes heterogéneas.
Si, como sugiere Emir Rodríguez Monegal, la primera versión de El arco
y la lira era una mezcla de romanticismo (a través particularmente de
su versión surrealista) y existencialismo, gracias a Los signos en
rotación, la segunda edición se enriqueció con los enfoques del
estructuralismo, con una asimilación de primera mano de las estéticas y
cosmovisiones de Oriente y con una premonitoria visión del estado de la cultura
por venir en las siguientes décadas. No debe buscarse, por supuesto, la
sistematicidad y seca consistencia de un académico profesional. La poética de
Paz está llena de discontinuidades y tensiones, no es un estudioso que se
apegue a un método único y a lo largo de su trayectoria absorbe ávida y
nutritivamente las más diversas vertientes de análisis, utilizándolas
indistintamente de acuerdo a la circunstancia y sin subordinar jamás su
intuición a la teoría o la fórmula. Los signos en rotación es
un estudio, pero, sobre todo, es un manifiesto, una forma de comprender la
relación entre historia y poesía, calibrar el cambio de época, vislumbrar las
nuevas expresiones y posibilidades y, lo más importante, entender el hecho
poético como una forma de vida, como una conciliación entre lo real y lo ideal,
entre lo transitorio de la historia y los vislumbres de lo permanente.
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